Los niños tardan en emocionarse casi el mismo tiempo que el que los lleva a perder el interés. El mismo síntoma padezco con los temas a documentar. Acostumbrada al hit de los teenagers que vivían en mi piel, el hecho de expresar algo mas ajeno me ha llevado a varios quebraderos de cabeza.
El año pasado creía que era suficiente un mes para llevar a cabo un proyecto de adolescentes embarazadas.En éste, en cambio, veo la frustración acercarse porque dos meses empiezan a saberme a poco.
A esto hay que añadir que llegaba con vagas ideas -a la par que algo pasadas de moda- del día a día argentino.
Fantaseaba con temas como las fábricas okupadas. En casa de Opus, entre chipas y canciones argentinas que Joaquín considera esenciales en mi estadía, Opus propone temas como “los cartoneros”, el Riachuelo de Boca o algunos de los psiquiátricos cuyas reformas prometidas en toda campaña electoral nunca se llevaron a cabo.
Paseando por el barrio chino con Sebastian Hacher, caigo en la cuenta de lo siguiente: Todos estos temas están ReReRepetidas veces trabajados. En otras palabras: son los clichés de la fotografía documental bonarense. Vaya
Mientras tanto, voy curioseando por San Telmo, el barrio donde vivo. Iba a decir que es en lo que me estaba centrando para fotografiar, pero engañaría a muchos y Arturo se reiría, porque sabe que no me centro,
no me centro,
no me centro.
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